Más
que un resumen del capítulo, es un resumen de la temporada. Si me apuráis, más
que un resumen, es mi opinión de lo que han dado de sí estos doce capítulos, en
especial los aproximadamente 52 minutos de este final de temporada.
No sé muy bien como empezar esta entrada, he leído muchas
críticas sobre esta temporada: ¿ha sido la mejor de la serie? No; ¿ha sido la
peor? Tampoco. La temporada empezó fuerte, a un ritmo bastante alto, y sobre
todo arrancó con la trama que seguiría de ahí al final desde el primer
capítulo, factores que a la temporada anterior le faltaron.
Ahora bien, personalmente como fan de la serie no me siento
decepcionado, me ha parecido una gran temporada. Temas que hasta ahora no se
habían explorado a fondo como son la religión y la fé. Muchos creían que Dexter
se iba a convertir de repente en una madre
superiora, nada más lejos de la realidad, creo que los guionistas han
sabido tratar a la perfección un tema, como poco, morboso en una serie como
esta.
¿Ha sido Travis el asesino más carismático de todas las
temporadas? No, tajantemente. Sobre todo porque muchos de nosotros ni nos
imaginábamos lo retorcido que podía llegar a ser cuando empezó la temporada, y
no nos dimos cuenta hasta casi el final.
Indudablemente la sexta temporada ha tenido sus más y sus menos.
¿Quién no ha echado de menos tramas más potentes para los secundarios? Y sobre
todo, ¿quién no ha echado de menos el ritual de Dexter?
Una vez más hemos visto el lado más humano de Dexter, y
quien diga lo contrario es que no ha prestado atención a las escenas de este
con su hijo, para mí de los mejores momentos de la temporada.
En cuanto a Travis, la verdad es que me hubiese gustado que
escapase, por cambiar un poco la dinámica de la serie, pero había tantas ganas
de volver a presenciar el ritual de Dexter que de lo otro casi nos olvidamos.
Me ha gustado su personaje, me ha gustado el actor, y me ha gustado su trama,
primero con Gellar y luego en solitario.
Lo de Gellar, por cierto, me ha parecido una genialidad, por
mucho que la teoría a cerca de si era o no producto de la imaginación de Travis
saltase tan pronto.
Me quedo con las escenas del crimen de este perturbado
psicópata. Momentos como la cabalgata de los caballos del Apocalipsis o el
ángel de la muerte, me parecen de los más espectaculares que se han visto en la
serie.
No he mencionado que Batista ha pedido el traslado de Quinn
por comportarse como un auténtico cabrón, que LaGuerta da una de cal y varias
de arena (en éste ha vuelto a mostrar su cara amable), ni tampoco he mencionado
a la sorpresa de la temporada, Louis.
Llegados al final del capítulo, y de la temporada,
casi nada de lo anterior importa, porque por fin hemos vivido el momento que
todos deseábamos, y que la mayoría esperábamos que sucediese ya.
Deb ha descubierto a su hermano con las manos en la masa,
por fin, tras seis años. Después de abrir los ojos en el momento justo en que
Dexter la salvó de morir a manos de Brian en la primera temporada, después de
que Doakes salvase el culo de Dexter sin quererlo, y sobre todo, después de la
dichosa cortinita de la quinta temporada que tantas críticas ha levantado. Por
fin, en a penas unos segundos, previsible o no, y en una iglesia, ironía o no,
podemos decir ‘aleluya’ porque Debra ha desenmascarado a su hermano.
Es casi seguro que la serie acabará en su octava temporada y
creo que el camino hacia el final lo vamos a disfrutar muchísimo. La serie ha
vuelto a dar un giro de tuerca, se ha vuelto a demostrar que, cuando los
guionistas se atreven (como ya se atrevieron al final de la cuarta) son capaces
de superarse a sí mismos. La séptima temporada promete ser grande, el tema de
Louis, que seguramente dará mucho juego, y sobre todo con la trama de Dexter y
Deb. Lo peor: la larga espera.
Y a
vosotros, ¿qué os ha parecido?